Reciban un saludo cordial acompañado de mis plegarias y deseos de que gocen de abundantes bendiciones de Dios para que tengan una FELIZ NAVIDAD con todo lo que esto implica: salud, bienestar, alegría por compartir la fe y celebrar en familia el nacimiento de Jesús y por valorar su amistad y gracia.
Al mismo tiempo quiero darles un mensaje sencillo a partir de un aspecto tan común y familiar del acontecimiento navideño: el intercambio de regalos: es un acto muy significativo, que expresa el cariño al “ser querido”. A su vez, la correspondencia o reciprocidad causa profunda satisfacción, cosa que ayuda a vivir y hacer todo con entusiasmo.
Para los cristianos el MEJOR REGALO ES JESÚS, como podemos deducir de sus mismas palabras: “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”. Por este precioso regalo de nuestro Padre Dios celebramos con gran alegría la fiesta de Navidad. Si no contamos con este regalo, la Navidad se convertiría en ocasión de fiesta pagana y materialista. El centro y la razón de ser de la Navidad en sentido cristiano es Cristo. Es preciso hacer todo lo posible para que él se sienta a gusto en nuestro corazón y en nuestras familias.
Aplicando la costumbre del intercambio de regalos a la vivencia de la fe navideña, podríamos hacer esta reflexión: Dios nos regala a su Hijo único. ¿Qué le podemos regalar nosotros como correspondencia? La respuesta nos viene de la sana razón y de la fe. La sana razón nos dice que, a través del regalo, procuramos agradar al “ser querido” dándole algo que le guste.
Algo semejante se da en el campo de la fe. Deberíamos hacer todo lo que esté a nuestro alcance por agradar a Dios. Pues bien, lo que más le agrada es que cada uno de nosotros se ofrezca generosamente a Él. En otros términos, el regalo más hermoso es cada uno de nosotros. Para que esta ofrenda sea agradable a Dios tiene que estar respaldada por la vida buena. Entonces se realiza lo que Dios dice de Jesús en el bautismo: “este es mi hijo predilecto en quien me complazco”.
Ojalá de veras Dios se complazca gracias a nuestra vida buenos hijos y de seguidores fieles de su Hijo Jesús. De este modo, demostramos con nuestras actitudes que valoramos el regalo dado por nuestro Padre Dios.
Con el vivo deseo de que esto sea realidad, auguro a todos ustedes, queridos lectores de una
FELIZ Y SANTA NAVIDAD.
Mons. Luis Sánchez Armijos
Obispo de Machala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario