AFP | QUITO
La rebelión policial superada por el presidente de Ecuador, Rafael Correa, lo fortalece y lo ubica ante la disyuntiva de radicalizarse, como hizo su aliado venezolano Hugo Chávez tras el golpe de Estado de 2002, o ser más conciliador.
Correa, un economista de izquierda, fue retenido el jueves por policías para que derogara una ley que les recorta beneficios económicos, pero el mandatario denunció que fue una tentativa golpista del ex presidente Lucio Gutiérrez, un coronel en retiro del Ejército derrocado en 2005.
Tras ser rescatado por militares y policías aliados de un hospital de Quito en un operativo que dejó cuatro muertos y 197 heridos, el gobernante, con tono desafiante, anunció que destituirá a los sublevados y no retrocederá con la ley con la cual pretende recortar la burocracia.
Analistas consultados por la AFP coinciden en que Correa, en el poder desde enero de 2007, salió fortalecido de la crisis, pero que ésta desnudó una vulnerabilidad del mandatario, que además fue agredido ante las cámaras por los manifestantes cuando los retó en un regimiento policial que habían tomado.
"Salió fortalecido porque logró salir del secuestro sin ninguna condición, pero hay que ver si se mantiene el triunfo a largo plazo", dijo Simón Pachano, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
"Sale fortalecido, pero la rebelión pone un cuestionamiento sobre la estabilidad del mandatario, se ve que es vulnerable frente a estas instituciones", matizó la directora del Observatorio Político de la Universidad Católica, Patricia de la Torre.
Correa, reelegido en abril de 2009, es el presidente que más tiempo ha durado en la presidencia de Ecuador desde 1996. En ese lapso el país tuvo otros siete mandatarios por golpes de Estado, destituciones o revueltas populares.
Por ello Hernán Reyes, catedrático de la Universidad Andina, considera que la crisis "le da serios elementos al presidente para pensar que la debilidad institucional persiste" y que "algo no se está haciendo bien en el tema de la negociación".
En su criterio, el mandatario, con una personalidad volcánica, "no solo dio muestras de imprudencia (...) sino que fue objeto de vejamen y maltrato por miembros de una institución del Estado, lo que puede afectar su autoridad".
En ese contexto, Correa enfrenta el dilema de seguir o no el camino de Chávez, su principal aliado, que radicalizó su revolución socialista tras el golpe de Estado que lo sacó del poder durante algunas horas en abril de 2002.
Chávez fue restituido gracias a un movimiento de militares leales, acompañado por manifestaciones populares en las calles.
"Creo que va a tomar el camino de no retroceder y no buscar acuerdos de ningún tipo, fue lo que anunció ayer (jueves), y eso hace esperar una radicalización", previó Pachano.
"Va por esa línea (radical). Y si a esto se suma el apoyo popular, tendremos un presidente que va a ser el autor de toda la gestión política, lo cual no es beneficioso para la democracia porque sigue propiciando una imagen de caudillo", estimó Torres.
Ante esa tentación, Hernán Reyes considera que Correa debería dar "un giro trascendental en la forma de relacionarse con la sociedad civil, en el estilo de liderazgo, porque no puede seguir polarizando".
Reyes anotó que aunque las encuestas le dan una alta popularidad al mandatario, "fue poca la gente que salió a defenderlo" en las calles.
Además, recordó que el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Ecuador, general Ernesto González, al respaldar al mandatario, planteó derogar la ley en controversia. "Todo esto debe hacerlo meditar", observó el analista.