SALINAS, Santa Elena.- El presidente Rafael Correa levantó este sábado el estado de excepción decretado ayer ante los riesgos de tsunami en la zona costera del país.
El mandatario resaltó que hasta el momento las evaluaciones preliminares no muestran “graves daños que lamentar”.
Mientras, en el puerto pesquero de Santa Rosa, del cantón Salinas, decenas de hombres y mujeres madrugaron hoy para remolcar centenares de embarcaciones que fueron devastadas durante la madrugada por el acrecentamiento del mar, como producto de la alerta de tsunami que se dio durante el viernes.
En este puerto aproximadamente unas 550 embarcaciones fueron arrastradas por el mar, las que impactaron entre sí y otras chocaron con la loma que forma el malecón de la localidad. Hasta este mediodía no se conocían las pérdidas económicas que habrían ocasionado pero si los daños materiales y en su gran mayoría irreparables de las lanchas.
Esperanza Mantuano sollozaba la pérdida de sus 2 lanchas que durante años logró obtener, las que se habían convertido en el sustento diario para ella y sus 2 hijos. “Fue horrible, era como un remolino que los arrastraba”, expresó mientras que unos 8 hombres que empujaban la embarcación hacia el malecón gritaban “¡vamos, Esperancita!”, nombre de una de las flotas.
En el otro extremo, Sonia Borbor, rezaba mientras veía como uno de sus hijos junto a unas 3 personas apoyaban a una volqueta que trataba de elevar una lancha hacia la loma del malecón del puerto.
El mandatario resaltó que hasta el momento las evaluaciones preliminares no muestran “graves daños que lamentar”.
Mientras, en el puerto pesquero de Santa Rosa, del cantón Salinas, decenas de hombres y mujeres madrugaron hoy para remolcar centenares de embarcaciones que fueron devastadas durante la madrugada por el acrecentamiento del mar, como producto de la alerta de tsunami que se dio durante el viernes.
En este puerto aproximadamente unas 550 embarcaciones fueron arrastradas por el mar, las que impactaron entre sí y otras chocaron con la loma que forma el malecón de la localidad. Hasta este mediodía no se conocían las pérdidas económicas que habrían ocasionado pero si los daños materiales y en su gran mayoría irreparables de las lanchas.
Esperanza Mantuano sollozaba la pérdida de sus 2 lanchas que durante años logró obtener, las que se habían convertido en el sustento diario para ella y sus 2 hijos. “Fue horrible, era como un remolino que los arrastraba”, expresó mientras que unos 8 hombres que empujaban la embarcación hacia el malecón gritaban “¡vamos, Esperancita!”, nombre de una de las flotas.
En el otro extremo, Sonia Borbor, rezaba mientras veía como uno de sus hijos junto a unas 3 personas apoyaban a una volqueta que trataba de elevar una lancha hacia la loma del malecón del puerto.
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